Miércoles de Ceniza: la "puerta" de la Cuaresma Extracto de la homilía de S.S. Benedicto XVI, del 21/02/2007

"Al recibir la ceniza en nuestra cabeza, volveremos a escuchar una clara invitación a la conversión, que puede expresarse con dos fórmulas distintas: "Convertíos y creed en el Evangelio" o "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás". Precisamente por la riqueza de los símbolos y de los textos bíblicos y litúrgicos, el miércoles de Ceniza se considera la "puerta" de la Cuaresma.

 "Convertíos a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con luto". Con estas palabras comienza la primera lectura, tomada del libro del profeta Joel (Jl 2, 12). Los sufrimientos, las calamidades que afligían en ese período a la tierra de Judá impulsan al autor sagrado a invitar al pueblo elegido a la conversión, es decir, a volver con confianza filial al Señor, rasgando el corazón, no las vestiduras. En efecto, Dios -recuerda el profeta- "es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, y se arrepiente de las amenazas" (Jl 2, 13). Así, respondiendo de alguna manera a las palabras del profeta, hemos hecho nuestra la invocación del estribillo del Salmo responsorial: "Misericordia, Señor: hemos pecado" hemos pedido al Señor que la fuerza de su amor nos devuelva la alegría de su salvación.

"Con este espíritu, iniciamos el tiempo favorable de la Cuaresma, como nos recordó san Pablo en la segunda lectura, para reconciliarnos con Dios en Cristo Jesús. El Apóstol se presenta como embajador de Cristo y muestra claramente cómo, en virtud de él, se ofrece al pecador, es decir, a cada uno de nosotros, la posibilidad de una auténtica reconciliación: "En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios" (2 Cor 5, 20) y también: "Mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es el día de la salvación" (2 Cor 6, 2).

"Mientras que el profeta Joel hablaba del futuro día del Señor como de un día de juicio terrible, san Pablo, refiriéndose a la palabra del profeta Isaías, habla de "momento favorable", de "día de la salvación".

El futuro día del Señor se ha convertido en el "hoy". Y hoy es ese día, como hemos escuchado en la aclamación antes del Evangelio: "Escuchad hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón". La invitación a la conversión, a la penitencia, resuena hoy con toda su fuerza, para que su eco nos acompañe en todos los momentos de nuestra vida.

"En el pasaje evangélico Jesús indica cuáles son los instrumentos útiles para realizar la auténtica renovación interior y comunitaria: las obras de caridad (limosna), la oración y la penitencia (el ayuno). Son las tres prácticas fundamentales, también propias de la tradición judía, porque contribuyen a purificar al hombre ante Dios (cf. Mt 6, 1-6. 16-18). Esos gestos exteriores, que se deben realizar para agradar a Dios y no para lograr la aprobación y el consenso de los hombres, son gratos a Dios si expresan la disposición del corazón para servirle sólo a él, con sencillez y generosidad."